
Odín (o Wodan), el padre de los dioses de los germanos, encargó a los gigantes la construcción de un puente entre el Wallhala, morada de los dioses, y la tierra. Los gigantes estuvieron de acuerdo pero exigieron como recompensa el tesoro que los enanos nibelungos habían acumulado con el oro procedente del Rin.
Entonces los dioses robaron el oro a los enanos y se lo entregaron a los gigantes, cuando terminaron la construcción del puente. Los gigantes, a su vez, lo escondieron en una cueva y encargaron al dragón Pfafner que lo custodiara.
Un joven
llamado
Sigurd
(o Sigfred) fue animado por Mime, uno de los nibelungos, a
efectuar la
hazaña de matar un dragón utilizando Gram (o Nothung) la
espada de su padre. Entusiasmado Sigurd se adentró con la
espada en el bosque a la búsqueda de la cueva del dragón.
Cuando lo encontró y éste lo acometió, le
clavó
la espada en el cuello y lo mató. Una gota de la sangre del
dragón fue a parar
a sus labios concediendole la capacidad de entender el lenguaje de
los
pájaros. Así los pájaros le explicaron que un
baño con la sangre
del dragón le haría invulnerable y que, en realidad, Mime
le había engañado con el fin de apoderarse del tesoro.
Sigurd tomó sólo del tesoro: el casco de la invisibilidad y el anillo nibelungo, luego se bañó en la sangre del dragón y finalmente volvió y dio muerte al enano Mime.
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