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Los dragones aparecen en la mitología y leyendas de todas las culturas humanas porque representan los temores o deseos más profundos de los hombres.
Sus formas son muy variadas pero siempre mantiene el aspecto serpentino, con su piel con escamas, tengan diversas patas o ninguna, con alas o sin ellas, con múltiples cabezas o con una sola. Porque las serpientes con su capacidad de cambiar de piel siempre han sido un símbolo de la inmortalidad y el veneno de su mordedura el de la muerte. Con lo que los dragones han recogido ambos símbolos en su mito: el caos y el orden.
Los dragones se clasifican, en lo que sigue, por dos criterios fundamentales: el origen cultural de su mito y la función legendaria que desempeñan. Su descripción está compartida con la de los personajes que intervienen en ella y ambos, a su vez, están relacionados entre sí por los temas míticos que aparecen de forma transversal en diversas culturas.
Los relatos, de esta forma, se complementan y relacionan entre sí dando lugar a una perspectiva más amplia de la historia de este inexistente, pero siempre presente, a lo largo de la historia de la humanidad.