En las narraciones indias aparece la historia del joven rajá Nala que, en una ocasión perdido en un bosque, vio un gran fuego y oyó los gritos de socorro que salían de dentro. Sin asustarse se metió entre las llamas y se encontró dentro del círculo de fuego con Karkotaka, rey de los Nagas, que se encontraba con su cola enrollada y con las manos levantadas sin poder moverse.
Le explicó que había sido castigado por Narada por haberle engañado y que, si le salvaba, lo recompensaría con su amistad y le ayudaría a conseguir la felicidad. Al decir esto se empequeñeció hasta tener el tamaño de un dedo, entonces Nala lo tomó entre sus manos y lo sacó del círculo de fuego.
Cuando se encontró a salvo retomó su forma y volvió al fondo del río, pero antes le dijo que caminara contando sus pasos, Nala le obedeció y antes del décimo paso lo mordió en el talón, convirtiéndolo, con su veneno, en un enano contrahecho. Y le dijo: " bajo esta forma nadie te reconocerá y además mi veneno provocará malestar en el enemigo que llevas dentro, por lo que te ayudará a que se marche". Así fue como, más tarde, consiguió encontrar de nuevo a su mujer Damayanti y volver a recuperar su reino.
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