Montaña sagrada

La montaña es un símbolo de la unión de la tierra con el cielo. La base encarna la tierra, en algunos casos es el propio acceso a los infiernos y,  por lo tanto, sus cavernas resguardan a los seres protectores de la tierra y sus tesoros. 

Por otra parte, la cumbre de la montaña representa la mansión de los dioses como puede verse en el Olimpo de la mitología griega, donde habita Zeus,  o en el monte Caf de la mitología árabe, o en el monte Meru de los indios. 

O también el lugar por donde se comunican los cielos y la tierra como en el monte Kunlun de la mitología china donde gobierna la diosa del oeste. O también el monte Uluru de los Liru y los Woma australianos. En todo caso son el lugar donde reinan los inmortales. 

También la montaña simboliza un ideal difícil de alcanzar, por sus cumbres inaccesibles y, su idealización, conduce a la imagen de los reinos o lugares que sólo aparecen a los que creen en ellos y los buscan, como el Montsalvatge de las narraciones celtas,  o los lugares de apariciones santas en el folclore medieval, como Montserrat, o como el monte Aralar en el folklore vasco. Por esta razón las montañas son templos y, como tales, emuladas por las pirámides, zigurats o catedrales. 

Montes sagrados donde no se permite el acceso a los que no son dioses. En la mitología griega Belerofonte intentó llegar montado en el caballo alado, Pegaso, pero no lo consiguió.



Historia de los Dragones (2022 v3.1)   © Josep M. Vilà Solanes 2015